6 de abril de 2012

Volviendo

Estoy tan seguro de que tenía guardada una entrada en mi computador que me confié y perdí, como siempre. No sé si seré yo, si será la historia universal o el estúpido de Murphy que me quiere hacer la vida imposible.

Como sea, retomo mi blog como lo que siempre ha sido; una plataforma para despegar del planeta tierra y poder darle rienda suelta a las cientos de miles de palabras y pensamientos que pasan por mi cabeza sin pena ni gloria. Igual que aquella entrada.

Reflexiones políticas: el punto de partida

(Otro rescate)
No sé si seré yo que estoy mal enfocado de raíz, o es que simplemente mi pensamiento político siempre ha sido un camino largo, sinuoso y cambiante como mi carácter. Cuando era chico era medio anarco y pasaba largas horas filosofando en contra del sistema y todo lo que representaba. Hice de La Guitarra un himno y me dediqué por años a mandar a todo el mundo al carajo y cuidar mi incipiente melena. Ya más grande, me sentí más ligado al centro, entendí que no se puede vivir a un lado del camino y que beber todo el día sin hacer nada no era lo mío, aunque me sigue pareciendo interesante de practicar.

Y así fueron las cosas... de rayar con los Sex, Nirvana y todo el movimiento underground, pasé a identificarme con causas que hasta la fecha considero justas, como decirle NO al aborto. Me fui asentando, valorando más a la familia y haciéndome más católico. De estas tres últimas cosas no me arrepiento en lo absoluto, pero sí de haber renegado a mis inicios. Claro, porque sin darme cuenta fui tendiendo hacia la derecha y aferrándome a ideologías que poco y nada representan mi verdaderos ser.

Pese a lo que digan, nunca fui ni seré facho. Acepto que voté por Piñera –y me quiero inmolar por eso- y que sigo siendo cerrado respecto a algunas cosas, como el ya mencionado aborto y el matrimonio homosexual. Pese a lo que piensen, tampoco fui ni seré rojo, porque sigo creyendo que son basura, igual que todos los partidos políticos y sus representantes. Qué daría yo por un candidato apolítico, pero de verdad, que representara una verdadera lucha por la igualdad y el respeto, que quisiera terminar con la pobreza sin enriquecer sus propios bolsillos y que se preocupara, además, del medio ambiente.

No sé ustedes, pero yo me encuentro de vuelta en una suerte de ausentismo político. Como que nada me va y nada me viene. No he vuelto al anarquismo porque me siguen pareciendo importantes muchas cosas de la vida en sociedad y seguiré luchando por ellas mientras las considere justas. Lo acepto,  entré al sistema, me calmé, creo en Dios y me gusta, pero eso no me vuelve un mal ser humano ¿o sí? Hay mucho idiota que te asocia a distintas cosas o partidos por tu religión y eso me molesta, pero bueno. Son libres, vivimos en un país libre, democrático –dicen- y al menos eso me parece importante. Justo. Destacable. Hay que pelear por ello.

Banalizar y politizar; para mí la misma mierda

(Rescatado) 
Fruto de la relación entre una madre de familia marxista y un padre de orígenes ligados a la vereda contraria, desde muy chico comprendí que hablar de política y religión en la mesa de té club era una soberana estupidez. Me piso la cola, es cierto, porque durante años lo hice con el gran y único fin de meterles un ají en el culo a los viejos odiosos que por siglos creyeron tener la razón sobre lo que era mejor para el mundo, pero que se quedaron en el mero idealismo.

Hoy, con un cierto grado de madurez y años de trabajo en el laboratorio de críticas sociales, pienso que hablar o mezclar la política con la realidad es el peor error que se puede cometer porque vulnera la práctica del libre albedrío, de ese magno regalo que significa el sólo hecho de poder pensar distinto al sujeto que se nos sienta al lado en la micro, la iglesia, el cine o el topless.

Esta reflexión me asoma con fuerza en el momento actual que vive Chile. Ya son meses, semanas y días escuchando a viejos cobardes –pero justamente traumatizados- que resaltan las similitudes del acontecer actual con los años cercanos al 73, y a pendejos insoportablemente incultos que hablan de Pinochet, Allende, el almirante Merino, Fulano, Zutano y Merengano, como si alguna vez hubiesen aprendido algo de ellos por iniciativa propia.

Digo esto porque el tema de fondo que estamos tratando en este momento, como país, no nace con Pinochet ni se sustenta en los 20 años en que la Concertación no movió un dedo. El verdadero tema a tratar nace con la oportunidad que se nos presenta para construir una sociedad más justa e igualitaria para todos. De esta forma, si encausamos en la búsqueda de quién tuvo la culpa o quién fue el idiota que ideó la LOSE, estamos banalizando un movimiento que pelea por causas realmente justas.

En estos momentos no importa lo que se diga Hinzpeter con Jackson, Larraín con “la manga de subversivos”, o el ministro Longueira con el espíritu de Jaime Guzmán. Aquí lo que importa es no caer bajo. Es tomarle el peso a que en este país se viven, en este momento, cientos de desigualdades que vulnerarán en el corto plazo el derecho de nuestros hijos y nietos de crecer en una sociedad más justa.

19 de junio de 2011

HIDROAYSÉN; LA PUNTA DE UN ICEBERG

Creo que estaba bueno, ya. Si bien mantengo firme mi postura en cuanto a varios temas cuestionables que se viven en este país, siento que, en lo macro, estamos llegando a un punto de inflexión al que se debió llegar hace mucho, mucho tiempo, y que podría tomar ribetes inesperados en una sociedad civil acostumbrada a dejarse pisotear y no defender lo que es suyo.


Comencemos con Hidroaysén. Con la cabeza fría y pensando en que este país necesita desarrollo para superar la pobreza, no me opongo. Pero creo que hay que ir más allá del ambientalismo a medias y del materialismo penca en el que se ha enfocado la discusión... Entre tanta protesta, problema, piedras, bombas molotov y batucadas, se ha desarrollado un fenómeno que no deja de ser interesante. Un fenómeno en que los chilenos finalmente han dicho ¡basta, ya! y puta que estaba bueno...


A mi juicio, Hidroaysén no es más que la punta de un iceberg en la que podría sobrevivir. Sin embargo, este conflicto de la Patagonia no es más que la cumbre de una fuerte violencia que se ha ejercido en contra de los chilenos y que viene desde hace mucho tiempo atrás. Lo bueno, es que hoy tenemos la oportunidad de extirparla de raíz, aunque no sé que tan bien encaminados iremos.

La violencia de la que hablo va más allá de manifestaciones, saqueos, de los ataques maleteros hacia la fuerza pública y esas tonteras que, como periodistas, solemos cubrir. La violencia de la que hablo es cotidiana, es ajena a marchas, no se esconde entre las masas y se da a diario en nuestras vidas. Hablo de la violencia que ejerce el transporte público que alarga nuestros viajes, nos vacía los bolsillos y nos malhumora en las mañanas, hablo de los intereses de bancos que son más altos aquí que en cualquier otro lado, hablo de la violencia de un sistema de salud que mata inocentes, de una educación que obliga al endeudamiento y de una brecha de desigualdad que crece cada año porque los impuestos los paga la gente y no las grandes empresas.

Cuando digo que Hidroaysén es sólo la punta, me refiero a que la lucha debería ser de todos y no de unos pocos. A que la lucha no debería discriminar entre los del sur, los del norte, los ambientalistas o los capitalistas. El asunto nos debería involucrar a todos. El movimiento debería ser de los chilenos, todos por una causa, todos por terminar con las injusticias que se viven en todas las aristas de la sociedad. Siento que sólo así valdría la pena... Si los pingüinos van a pelear separados de los universitarios por una educación digna, si unos pocos se enfrentan ante los intereses de empresas que quieren convertir la naturaleza en producción y si unos pocos deudores habitacionales se cuelgan de los edificios ante miradas impávidas, estamos perdidos… Pero ojo, ¡aun tenemos patria, ciudadanos! ¡defendámosla!

3 de mayo de 2010

ERASMO

Cuando conocí a Erasmo él tenía 48 años y toda una vida a cuestas. Ese día el sol pegaba con todo y el calor sencillamente se hacía insoportable. Esa semana lamenté innumerables veces no poder escaparme unos días la playa a descansar. Pero Erasmo sí pudo (aunque no precisamente a la playa) y eso me hace feliz. Se relajó.

El fin de semana antes de que nos conociéramos disfrutó de una refrescante tarde de piscina junto a su familia. Lo pasaron re-bien. Rieron, comieron y hasta jugaron con su perro. Un boxer de dos años que hoy lo llora toda la noche.

Si bien nunca cruzamos palabra alguna, con Erasmo hicimos buenas migas. Conocí a los suyos y lo visité varias veces. Sus hijos me cayeron bien, en especial Viviana porque tiene el mismo nombre que mi hermana. Ahora que pienso en Erasmo, que tengo un poco de tiempo para hacerlo, creo que me hubiera gustado hablar alguna vez con él.

29 de marzo de 2010

PELOTUDOS

"Ojo que hay miles de pelotudos... Está el pelotudo tranquilo, pacífico, que sabe que es un pelotudo. No jode pa' que no lo jodan. Hace su vida pero no hincha las pelotas. Y está el pelotudo que se cree que es un genio. Se manda mil cagadas y uno tiene que andar detrás limpiándoles el culo".


Benjamín Esposito en El secreto de sus ojos.

25 de marzo de 2010

La espada y la pared

Bendita caja de chocolates que me alivia un poco la existencia. Hoy el mundo se me dio vuelta de sopetón. Frenó brusco para hacerme caer y luego siguió con su curso inclemente ¿para bien o para mal? Quien sabe, sólo cambió. Cambiaron mis planes y de paso mi vida. Siempre supe que nada es eterno y nunca lo quise cambiar. Pero al menos una prorroga humildemente me esperaba...

15 de marzo de 2010

OJO PIOJO

Hay quienes creen en enemigos de carne y hueso que sienten, piensan, comen y duermen como uno, pero que piensan distinto. Yo, por mi parte. Creo en enemigos inexistentes en lo físico, pero indestructibles en lo espiritual. Me explico... creo que el verdadero antagonista está dentro de uno mismo y que su fortaleza se basa en nuestras propias debilidades. Ojo que no me refiero ni a la ética ni tampoco a la moral, ya que ésta entrada no es una reseña de Crimen y castigo, ni nada por el estilo. Las debilidades de las que hablo son emociones, sentimientos, sensaciones y circunstancias que te debilitan, que te desenfocan, y que no te permiten hacer lo que quieres, cuando quieres y como lo quieres. Comprendo que suena un poco paranoico y egocéntrico todo esto, pero bueno, hasta el día de hoy no he conocido a nadie de carne y hueso que me haga sentir débil o inferior. Yo sólo me arrodillo ante Dios, y que así sea.

9 de marzo de 2010

FORASTERO (Pelada de cables)


Cuando la casa propia te hace sentir un forastero no hay mucho que se pueda hacer. Yo antes amaba esas paredes y bajo su amparo quería permanecer. Hoy el enemigo está adentro y fuerzas para sacarlo ya no sobran en mi ser.

Yo la quise tanto, la protegí y la resguardé, mas nunca esperé el puñal en mi espalda. Hoy todo es como el agua fría, no hay calor, no hay sangre y tampoco vida.

21 de diciembre de 2009

SOLILOQUIO

Comienzo con un fragmento de una historia que suelo frecuentar: “El mal no existe, o al menos no por sí mismo. El mal es simplemente la ausencia de Dios, es un término que el hombre ha creado para describir esa ausencia de Dios”.

Sucede que en la viña del señor hay de todo. El problema es que lo que más abunda son personajes que creen que siendo eruditos lograrán algo más que la gloria personal. Son muchos quienes creen que conociendo la biblia como sus manos, o que encerrados estudiando y analizando textos están más cerca del Señor. Y que equivocados están.

No se trata de no estudiar. De no saber. Es obvio que para hablar de algo se debe tener conocimiento. El problema es cuando es sólo conocimiento y nada más. Es cuando se deja en el olvido el testimonio, las vivencias, las experiencias. El problema radica en que hay quienes se encierran en su fe, la viven en su habitación, y su corazón comienza a derramar amor en lugar de ser llevado donde no está. Hay tanto sedentarismo en nuestra iglesia. Tantos que están conformes con su fe, con lo que sienten, y que por lo mismo prefieren dormir en lugar de abrirse a algo tan simple como es tener el corazón inquieto, o como nos llama San Alberto; a ser fuego que prende otro fuego.

La manera de suplir la ausencia de Dios, la forma de convertirla en amor del más puro -de ese que sólo Cristo entrega- es simplemente siendo Él. Es entender que comulgar no es un simple acto de comer, sino que es estar en comunión con el señor, ser Él, ver a través de sus ojos, hacer nuestras sus palabras, sus acciones y sus gestos. De esa forma vamos a poder entenderlo, sólo de esa forma nos vamos a dar cuenta que así como Él se movía por los lugares más adversos, más peligrosos, más abandonados y más desesperanzados, nosotros podemos y debemos hacer lo mismo. Que simple resulta hablar de Dios dentro de la capilla, dentro del grupo de confianza, pero que difícil es hablar de Él donde sencillamente no está.

Hay que romper barreras. Hay que darlo todo, no sólo lo que sobra. Hay que comer en la casa del recaudador de impuestos. Perdonar a la mujer adultera. Hay que hablar con la samaritana y ofrecerle el agua de la vida. Hay que predicar mucho más que con la boca. Hay que ser testimonio de Dios vivo. Hay que multiplicar los panes para que todos puedan comer, para que a nadie le falte, para que el Señor esté con todos y cada uno de sus hijos.